
EL

¿HA
CINE?
MUERTO
El cine alemán: El imperio contraataca




En el caso de uno de los primeros cines en Berlín, Die Kurbel, el rescate, pese a una iniciativa grande, no ha tenido éxito. El “Kiezkino” (cine del barrio) se echó perder más y más con la crisis del cine. A pesar de protestas y esfuerzos a los que se unieron incluso personalidades de la cultura, sociedad, y política, para Die Kurbel, el telón se cerró después de más de 75 años de historia en 2011. Especialmete debido a la disminución progresiva de público y los altos gastos en alquiler. Donde antes podíamos ver clásicos como Lo que el viento se llevó, hoy se ha instalado un supermercado que vende productos ecológicos. La misma historia le ha pasado a otros cines alrededor de Die Kurbel.



Cuando pienso en Alemania, en primer lugar pienso en mi ciudad: Berlín. Y cuando hablamos de la crisis del mundo cinematográfico, una vez más pienso en Berlín, poniéndome a revisar mentalmente lo que sé sobre los cines de allí.
La capital alemana siempre ha tenido, y sigue teniendo una viva cultura sobre cine, pudiendo encontrar muchos tipos distintos de salas. De esta forma, junto a los cines tradicionales, se extiende un universo cineasta paralelo que enriquece la urbe. Así encontramos no sólo el cine al aire libre en verano ubicado el jardines, la isla de museos y los patios traseros, sino también salas sobre los techos de la ciudad, en antiguas tiendas, edificios de viviendas, y en muchos más lugares donde no sospecharíamos encontrar unas pantallas que nos invitan a huir a un mundo de ficción.
Estos cines, desde luego, no necesariamente proyectan los nuevos "blockbusters" o películas comerciales. Muchos ofrecen, en cambio, un programa particular que armoniza con el estilo y el tipo de la sala. Una sala se dedica al cine japonés. En otra zona de la ciudad otra se centra en el cine francés. Otra proyecta documentales y cine alternativo. En estas salas, a menudo se organizan ciclos de cine temáticos, se ofrecen discusiones después de la proyección, se organizan matinés especiales etc. Estos nichos siguen teniendo su público, aunque sin duda algunas las salas tienen que enfrentarse con dificultades económicas, sobre todo por el alquiler que durante los últimos años no para de subir. La “cineversidad” berlinesa, no obstante, refleja el espíritu de una ciudad orientada hacia cultura, creatividad y libertad.
Sin embargo, la crisis del cine no pasó sin dejar huella en Berlín...
Gloria Palast, Gloriette, Marmorhaus, Royal Palast, die Kurbel, Filmbuehne Wien, Astor...La lista de cines donde tantas películas vi durante mi adoescencia con mis amigos y que ahora están cerrados parece infinita. Las taquillas que antiguamente vendieron entradas para sumegir en un mundo de aventuras, ficción y fantasía han desaparecido y, en vez de ellas, han brotado en el mismo lugar "como hongos" tiendas destinadas a la venta textil como Zara u otras que venden electrodomésticos. El "Kurfürstendamm" de Berlín, que antes sobre todo era conocido por sus teatros y cines, ahora, parecido a la Gran Vía de Madrid, parece una infinita cadena de tiendas.
Lo que en una gran urbe como Berlín provoca protestas y duele como una herida abierta, deja una huella aún más grave en ciudades alemanas más pequeñas: sólo en el año 2010, 22 ciudades perdieron su último o único cine. Una tendencia, que lamentablemente aún no ha llegado a su fin.
No es la primera crisis que sufre el sector: la introducción en los hogares de la televisión y de la videograbadora y el videocasette, en los años cincuenta y ochenta respectivamente, le dieron un tiempo duro al mundo cinematográfico. El público que antes iba al cine, de repente se quedaba en casa para tener su proyección privada.
La historia parece, pues, señalar a los cambios tecnologícos como una de las principales causas del descenso en el número de espectadores.
Cines multiplex y digitalización
Un nuevo tipo de cine ha aparecido en el mercado: los cines multiplex. En Alemania aparecieron en los años noventa y desde entonces ganaron significante terreno, echando a muchos cines tradicionales. Ellos siguen siendo una grande competencia para el típico cine de barrio o cualquier otro tipo de cine.
En ellos cabe no sólo más gente, sino que también las pantallas son más grandes, adaptadas a nuevas tecnologías como el 3D, y con un sistema de sonido más moderno. Encima, estos lugares suelen incorporar bares, cafés, y hasta pequeñas tiendas. Además, a diferencia de las salas más pequeñas, parecen que consiguen con más facilidad la licencia para ofrecer las películas nuevas, mientras que los demás puede que las tengan sólo unas semanas más tarde en su programa. Así, desde luego, el gran público se va a un cine multiplex en vez de irse a otro.
No sólo los cines multiplex han causado el cierre de algunas salas, sino también las posibilidades que ofrece Internet. Hoy, las nuevas películas las podemos ver poco tiempo después de su lanzamiento en la Web. Aparte, él que quiere, con un proyector y una pantalla blanca, puede montarse su propia sala en casa. Incluso puede invitar a sus amigos para hacerlo una experiencia social, aunque esto es algo que el cine tradicional ya ofrecía, la nueva opción resulta más económica. Además, los DVDs de las nuevas películas se lanzan más rápido que antes. Todo parece pues reducirse a un problema de rapidez de adaptación a los nuevos tiempos.
Por si fuera poco, muchos cines se enfrentan con el cambio de su equipamiento técnico a uno digital, lo que por otro lado significa invertir dinero que muchas salas, en especial las pequeñas, no tienen. Un problema mayor si se tiene en cuenta que, como muy tardar el próximo año, todas las películas nuevas sólo podrán venderse en formato digital. Y una digitalización cuesta hasta 80.000 euros en Alemania, según ha informado la revista Die Zeit. Para que también pequeños cines puedan reunir el dinero para realizar los cambios necesarios, el Estado e instituciones que promocionan el cine, subvencionan pequeñas salas ya desde hace años.
Para evitar el cierre de cines con una larga tradición, a menudo se crean iniciativas que constan de cineastas. Entre ellos ciudadanos, gente del barrio, artistas, arquitectos, publicistas, personajes conocidos y más. También muchas veces reciben apoyo de la comunidad.
Sin obstante, recibir este apoyo depende del número de espectadores. Es decir, si el público no es grande, el cine tampoco recibe la subvención. Los lugares afectados en su mayoría son pequeñas salas con pocos asientos. Incluso, algunos de ellos justo habían reducido el número de butacas para evitar el cierre. Conseguir entonces un público grande, cuando una multitud ya se ha ido al nuevo multiplex de al lado, parece difícil. Peron sin un cierto número de visitantes, no hay subvención, y sin subvención no hay digitalización. Es un círculo vicioso.
Die Kurbel y el Zoo Palast
El Zoo Palast en cambio ha conseguido un renacimiento en vez de simplemente morir. Este cine, que abrió sus puertas por primera vez en 1957, fue el cine del oeste de la ciudad. Antes de que se construyera el Zoo Palast, en el mismo lugar ya se proyectaban películas desde 1915. En 1927, por ejemplo, el clásico de Fritz Lang, Metrópolis.
Aquí además entre 1957 y 1999 tenía lugar el Festival Internacional de Cine de Berlín, la Berlinale, un festival de cine de grande influencia y que puede competir con los festivales de cine de Cannes, San Sebastián o Venecia. Luego en 1999, la Berlinale fue trasladada al Cinemaxx, una cadena con cines multiplex en toda Alemania, que abrió en 1998. El Cinemaxx, ubicado en el nuevo Potsdamer Platz, ofrecía no sólo nuevas tecnologías y más asientos, sino también salas para ver las películas en 3D y un nuevo sistema de sonido. Cosas, que el Zoo Palast no tenía.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. El Zoo Palast casi fue cerrado tras haber perdido a la Berlinale. Además, fue superado por las nuevas tecnologías y menos gente iba a este cine para ver películas. Las salas grandes del cine antiguamente más importante de la ciudad no correspondían a los desarrollos tecnológicos actuales. Todo el "Palast" se convirtió paulatinamente en una ruina.
Pero también, el antiguo centro del Berlín occidental después de la reunificación de Alemania, estaba descuidado. Grandes inversiones se realizaron más en el éste de la ciudad, mientras que el oeste se estaba, literalmente, pudriendo. Allí donde yo pasé grandes partes de mi infancia y mi adolecencia, se creaba cada vez más un ambiente sucio y mugriento. La zona perdió el brillo de los días antiguos.
La digitalización: un paso imprescindible
El caso del Zoo Palast, por un lado, da esperanza para la lucha contra la crisis del cine, y por otro, demuestra la importancia del apoyo del gobierno regional. Además, sus salas han salido ganando en la renovación del “centro oeste”. Un privilegio que seguramente también ha tenido por su larga historia.
La digitalización parece ser la clave para contar con salas llenas al cubrir las nuevas exigencias del público en cuanto a imagen y sonido. Según el diario Handelsblatt, Alemania ha conseguido digitalizar más de 3.000 pantallas en todo el país y quiere equipar unas mil más. Este cambio en el equipamento ya ha tenido un impacto en las ventas de entradas: en 2013 el número de entradas compradas subió un 4,2%.
A pesar de estas buenas noticias, 127 cines en ubicaciones menos atractivas tuvieron que cerrar. Eso son 909 ciudades y comunidades alemanes con al menos un cine, 92 menos que hace cinco años. Otros cines pequeños “mal ubicados” o en la periferia tendrán el mismo destino tarde o temprano, porque al final el apoyo gubermental también tiene sus límites.
En definitiva, la digitalización ha sido imprescindible para rescatar una gran parte de las salas en Alemania. Pero también demuestra que durante los últimos años el público ha cambiado. Los ciudadanos alemanes, por lo visto, ya no van al “cine de barrio”, ya que no satisface sus exigencias en cuanto a lo que a técnica audiovisual se refiere. Aunque he escuchado a muchos entusiasmarse por el “antiguo cine” de “aquellos tiempos”, al final la gran mayoría, conocedora de los adelantos dentro del sector, da mayor importancia a una imagen y sonidos intensos.
Eso, al fin y al cabo, obliga a las salar a cambiar su equipamiento. De no hacerlo, corre el riesgo de perder clientes, algo especialmente vital en una época en la que el número de espectadores no es de por sí elevado. El problema surge cuando el "querer hacer" entra en conflicto con el "poder hacer". Y es que, como ya se ha mencionado, no todos los cines tienen las mismas posibilidades económicas. Por eso, mientras que algunos cines se quedan en la estacada por culpa de los costes que no pueden reunir, otros reconquistan el escenario para un público adaptado a nuevas tecnologías.
Así fue, que el senado de Berlín decidió revivir el “centro oeste” y con ello también, en vez de tirarlo y montar allí un centro comercial, renovar el Zoo Palast. En 2010 el Zoo Palast fue cerrado para renovarlo. El pasado noviembre, el cine histórico reabrió sus taquillas para presentarse con todos los honores y la tecnología más moderna. Además, en vez de cambiar el estilo del interior en su totalidad, los arquitectos más bien han abrillantado lo que ya estaba. Claro, que cambiaron muebles y pantallas, etc. Pero sigue fiel a su estilo de “Grand Cinema”...Y encima volverá a hospedar a la “Berlinale” pronto.
El nuevo Zoo Palast en Berlín. Foto: www.bz-berlin.de
El Zoo Palast en 1957. Foto: www.morgenpost.de


La nueva sala grande del Zoo Palast.
Foto: www.bz-berlin.de
Sala privada del nuevo Zoo Palast.
Foto: www.berliner-zeitung.de
El "Kiezkino" Die Kurbel en Berlín. www.berlinale.de
El propio cine en casa.... Foto: www.motorleinwaende.net
En los años 50 la tele llegó también a las casas. Foto: www.zeit.de
Cine al aire libre con el horizonte de Berlín en el fondo. Foto: www.entdecke-deutschland.diplo.de
Un cine en un patio trasero. Foto: www.blog.inberlin.de